El llamado “balanceado” es, desde hace muchos años, la opción más elegida por los tutores de perros y gatos. Pero, ¿cómo llegamos a eso? ¿En qué momento comenzamos a privarlos de la cuota de nutrientes que necesitan? Hoy en día, afortunadamente hay alternativas saludables y maneras de alimentación que resisten a un sistema que hoy ya está en discusión.
La publicidad es un fuerte elemento que vende al alimento “completo y balanceado” como la fuente de nutrientes por excelencia para nuestros perros y gatos. La industria de ultraprocesados se las ha ingeniado para contar, además, con el aval consciente o inconsciente de la mayoría de profesionales veterinarios.
¿Por qué nosotros, los tutores y tutoras nos encontramos totalmente ajenos a elegir con libertad qué darles de comer a nuestros peludos? ¿Por qué nos determinan qué nivel de calidad de alimento merecen nuestros peludos? Recurrir a una bolsa de alimento es muy práctico, pero ¿a qué costo? ¿Alguna vez nos preguntamos qué ingredientes y procesos de elaboración tiene la inmensa mayoría de alimentos? ¿Es válido que consideremos la posibilidad de que su salud física y emocional pueda estar estrechamente ligada a la alimentación que nos recomiendan que le demos?
Los ultraprocesados para animales tienen su origen en el año 1860, cuando el electricista norteamericano, James Spratt, de visita por Londres, advirtió un día cómo los marineros del puerto le tiraban restos de galleta a los perros que rondaban por allí. El hombre olió que allí había un negocio y años después lo materializó con el lanzamiento al mercado de Spratt’s Dog & Puppy Cakes, la primera galletita para perros, elaborada a base de harina de trigo, vegetales, remolacha y carne de res. Sin embargo, no era accesible para todos: tenía un valor 50 libras, por lo que solo era consumida por caninos de familias adineradas.
Con los años fueron apareciendo alternativas más económicas, así como nuevas formas de presentación como bolsas de harina y enlatados. Finalmente, en la década de los 70, se dio a conocer la primera versión del alimento balanceado tal como lo conocemos hoy. Así, estos productos fueron instalándose cada vez más fuerte en el mercado, acompañados por una gran campaña de publicidad y la captación de gran parte del sector veterinario.
En paralelo a esta expansión, comenzó a hacerse recurrente un fenómeno que involucraba directamente a la salud animal ¿Casualidad o causalidad? Empezaron a multiplicarse enfermedades crónicas en perros y gatos (poco frecuentes hasta entonces) y a edades cada vez más tempranas. Eso motivó a que algunos veterinarios empezaran a cuestionarse si esos problemas de salud en realidad no tenían que ver con estos productos.
En los alimentos convencionales se utiliza mucho el ultraproceso del descarte de la industria alimenticia para humanos, lo cual no necesariamente es lo más saludable para los animales. El alimento convencional está lejos de su fisiología, porque en general se desarrolla sólo pensando en la comodidad y economía de los tutores. El problema en Argentina y gran parte del mundo es que los controles oficiales son mínimos. No hay forma de ver e identificar qué contienen, ni cuál fue su estado de conservación previo; lo único que nos queda es confiar en quien los produce. Esto incluye también las famosas categorías Premium y Superpremium. Y como en toda industria, hay de todo.
La normativa es súper laxa y prácticamente hay vía libre para elaborar alimento con cuero de zapatos y lo más probable es que sea aprobado. En algunos casos se ha encontrado hasta plástico. La adulteración, en estos casos, es lo más común. Pasa con la harina de pluma, que se hace con las plumas de los pollos que se faenan para consumo humano. Es un material de descarte súper económico que en un análisis químico indica un porcentaje alto de proteína, pero que el perro no puede asimilar casi en absoluto. No se hacen estudios de digestibilidad, por lo que no hay forma de chequear que eso sea beneficioso para su organismo. Algo similar ocurre con la alimentación de ultraprocesados para humanos.
En general los profesionales están adoctrinados por la industria de los ultraprocesados. El “no le des carne, fruta o verdura” o “que sólo necesita balanceado”, que nos suelen aconsejar, va de la mano con que no se los forma en nutrición y, menos aún, en alternativas naturales para su alimentación.
Dentro de la nutrición saludable podemos encontrar alternativas como el modelo ACBA (Alimento Crudo Biológicamente Apropiado) o BARF (por su sigla en inglés), que consta de raciones con ingredientes base como recortes de carne (vaca o pollo), vísceras, huesos carnosos (que representan el esqueleto de la presa en estado salvaje) y algunos suplementos naturales como huevos y pescado. En el caso de los perros, que a diferencia de los gatos no son carnívoros estrictos sino digestivamente más versátiles, se les suma una cuota de vegetales. Por otro lado, nos encontramos con la opción de ACBA pero con ingredientes cocinados para aquellos tutores a los que les pueda resultar compleja y/o peligrosa la manipulación de carnes crudas.
El caso es que ambas indiscutibles opciones nutricionales se confrontan justamente con el factor que les otorgó semejante éxito a los ultraprocesados tan cómodos y prácticos, el tiempo o mejor dicho nuestra falta de tiempo.
Por lo tanto, parece necesario adaptar la nutrición de nuestros peludos, tanto a sus necesidades fisiológicas como también a nuestras condicionantes como tutores para que resulte una ecuación SALUDABLE y SUSTENTABLE. Así es entonces, que llegamos a la ALTERNANCIA o DIETA MIXTA que incluye alimentos naturales (crudos o semicocidos) seleccionados, manipulados y suministrados de manera correcta, alimentos procesados (no ultraprocesados) libres de descarte, químicos artificiales y cereales de relleno, suplementos y snacks elaborados de manera natural como deshidratados y liofilizados. Es mas o menos como nos alimentamos nosotros.
También es muy importante que les demos huesos crudos recreativos por su variedad de beneficios como nutrición, limpieza dental y reducción de estrés. Para ello debemos tener información y conocimiento con respecto a la manipulación. Es importante destacar que los huesos nunca debemos dárselos cocinados (ni hervidos, ni parrilla), porque se vuelven muy peligrosos. Y menos aún, los “huesos” de cuero ultraprocesados.
Sólo con que nos planeemos un interrogante con todo esto, nuestros peludos estarán muy agradecidos y nosotros habremos destinado una parte de nuestro tiempo para contribuir a su salud y bienestar.