¿HUESOS CRUDOS Ó HUESOS COCIDOS?

Los perros y gatos siempre se han alimentado de huesos desde que el hombre es hombre. Sin embargo, hay una especie de tabú acerca de dar huesos a nuestros perros y es de los temas más espinosos y que más se debate entre consumidores, nutricionistas y veterinarios.

¿La razón? El desconocimiento y el miedo infundido por las voces interesadas que apuntan al peligro que pueden suponer. ¿La verdad? Cuando das los correctos y de la manera correcta, los huesos tienen muchos beneficios para tu perro (o gato) y no suponen un riesgo. Los huesos son peligrosos si los damos de manera incorrecta y/o irresponsable.

Los huesos deben ser CRUDOS siempre. Los huesos cocidos se rompen por haber perdido su elasticidad y pueden presentar astillas que sí pueden suponer un riesgo para nuestro perro o gato. Antes del asado si, nunca después! Deben contener algo de carne alrededor, es decir, ser un HUESO CARNOSO.  

Debemos elegir el TAMAÑO ADECUADO para nuestro perro. Es decir, que no sea fácil que pueda tragar entero. Si es más pequeño que su cabeza debes vigilarlo hasta que se lo coma en su totalidad. Si no está acostumbrado a los huesos crudos, deberemos ENSEÑARLE. Nunca dárselo con el estómago vacío, ya que podría tragárselo demasiado pronto y sujetarlo por uno de los extremos mientras empieza a roer y romper en trozos pequeños.  

Los cachorros pueden comenzar a comer huesos blandos tan pronto como desarrollan sus dientes de leche a las pocas semanas del destete.

¿Qué tipos de huesos puedo dar? Podemos darle huesos de casi cualquier animal, pero con el pollo y ternera tenemos más que suficiente. Hay dos tipos de huesos, los comestibles y los recreativos. Para tu tranquilidad podés comenzar con los recreativos proporcionándole largas horas de masticada diversión a tu peludo amigo. Además, son perfectos para masajear las encías y deshacer el sarro. Son más adecuados los huesos planos frente a huesos redondos y largos para reducir el riesgo de ingesta o el daño en la dentadura, porque los largos suelen ser más duros. Además, los huesos planos entretienen más porque tienen recovecos donde se queda la carne.

La mayor parte de los consejos que aplican a perros sirven también para gatos pero con algunas diferencias. Para los gatos, es recomendable alitas y cuellos de pollo (crudas). Elegí siempre carne fresca ya que los gatos no tienen un sistema digestivo tan resistente como los perros. En general, y dado su mayor autocontrol ante la comida requieren de menor supervisión, aunque es bueno mantener un ojo al principio. A los gatos les encanta jugar, por lo que no te sorprendas si lanzan su alita por el aire y la cazan de nuevo para seguir comiendo.